jueves, 20 de marzo de 2014

Wake up.

Mi almohada olía a él. No quería abrir los ojos, porque aunque notaba sus brazos alrededor de mi cintura, su especialidad era desaparecer en cuestión de segundos. Hacía mucho que no me abrazaba como ahora. Supongo que desde aquella época en la que fuimos felices.
Daniel y yo felices.
Já.

Me desperecé poco a poco, aún con el miedo de que se fuera, como acostumbraba a hacer. Él me abrazó fuerte cuando notó que me movía entre sus brazos. Por fin abrí los ojos y sus ojos verdes se clavaron en los míos. Su cuerpo infinito estaba desnudo tan cerca de mi...

-Buenos días, preciosa.

-Mariconadas las justas.

Daniel soltó una risotada. Hacía tanto que no oia su risa...
Me levanté y me puse su camisa. Él se vistió con su pantalón y los dos fuimos a por algo de desayunar. Pero yo quería desayunarle a él, así que me acerqué suavemente por su espalda y le abracé la cintura, dejando caer una mano un poco más abajo de lo debido. Su cuerpo no tardó en reaccionar, se tensó cada músculo de su cuerpo, y mientras yo metia mi mano dentro de sus pantalones, notaba como entre mis dedos crecia su erección. Empecé a agitar su miembro suave pero con firmeza. Notaba su respiración, fuerte y entrecortada. Se giró bruscamente, obligandome a retirar mi mano, y me cogio por los muslos, levantandome en el aire para apoyarme en la encimera, y empezó a besar mi cuello mientras su mano se colaba entre mis piernas. Yo jadeaba, él jadeaba, nosotros jadeabamos... mis arañazos se fijaban en su espalda y mi mano buscaba ansiosamente su pene, para poder darle lo que el me estaba dando. Sus dedos se movían hábilmente dentro de mi, acariciando las paredes de mi vagina a la vez que salian y entraban. Estaba llegando, lo notaba. Y justo cuando iba a explotar....

Ding, dong.


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